viernes, 8 de enero de 2010

¡Para vos Uribe!

¡Exilio de tu gloria!

Hoy mi sombra se condena en lo más inhóspito olvido del creador.
Es el hacha que astilla mi vida la cual me causa mal. Son a aquellos recuerdos que me hacen sufrir, la imposibilidad de la oscura realidad ignominia de la muerte. Maldita modernidad que en su afán de gobernar al hombre usurpa el lugar de su creador; maldita estirpe del terror; maldito consumismo en el más precario y degradante de las cuatro paredes de tu funeral.
¡Despertaos! Alma mía porque vosotros debéis inclinarse a tu creador como a tú pueblo.¡No derramáis! Más sangre, ya no quiero recordar aquel día en el cual tu boina gris sucumbió por la ráfaga de la intolerancia; ya no quiero recordar el alma inerte que paso frente a mis ojos congelando mi voluntad. No quiero recordar el olor a incienso tan poco el olor a jazmín que las lánguidas flores en sus ataúdes de cristal exhalan su suspiro postrero,
Pero hoy la llama de tus ojos sucumbió por la ráfaga de la intolerancia de la misma que no tuvo compasión ante su creador.
¡Cuánto más! Inocentes pasaran en este naufragio y baldío mar para que te des cuenta!
¡Escuchaos! La voz de la conciencia porque quien no reflexiona es como aquel que mata y se confiesa.
¡Escuchaos! El muro de lamento de las almas que perecieron. Si te quieres parecer aquel emperador Romano que lavó sus manos hazlo pero sé que en tu sombra se quedara algo.
No se puede vivir con tanto veneno; porque se agota como el aire; como aquel náufrago que se ahoga en el mar y si mis palabras no te dicen nada veras que mi corazón carga una cruz…

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